Trabajando con nuestro socios en la región, apoyamos, alentamos y ponemos en contacto a líderes transformadores y otros agentes de cambio para mejorar la calidad de vida de los latinoamericanos, el ejercicio de la democracia y la sustentabilidad del planeta, poniendoo el foco en la Región Andina.

Agora Leaders cree que fomentar un liderazgo cabal, íntegro, es indispensable para que haya progreso en la sociedad.

Los líderes de nuestra red creen en la igualdad social, económica, de género y racial y respetan los derechos humanos. Comprenden que la colaboración y el trabajo en equipo son indispensables para lograr el cambio. Entienden que la honestidad, la empatía, la confiabilidad, el cuidado personal, autoconocimiento y la búsqueda por el bienestar común son atributos claves para el liderazgo transformacional.

En Agora Leaders entendemos el liderazgo como la capacidad de un individuo para influir en un grupo de personas para alcanzar un objetivo común. Los líderes influyen a través de sus ideas, interacciones, relaciones, iniciativas, su capacidad de comunicar y su ética aplicada. Muchos líderes también son emprendedores que construyen instituciones, movimientos y equipos; algunos también son innovadores y pensadores sistémicos.

El liderazgo es una experiencia compartida. Creemos en el ejercicio colectivo del liderazgo como posibilidad de convertirse en una fuerza transformadora. También entendemos que los líderes deben facilitar e inspirar el liderazgo en otros para hacer del liderazgo un atributo que se extienda a toda una comunidad, un equipo humano o una organización.

Los estudios han demostrado que, aunque algunas personas tienen cierta incñinación estructural genética hacia el liderazgo, muchos de sus atributos y herramientas pueden aprenderse y, por tanto, se puede enseñar.

La región de América Latina se enfrenta a enormes desafíos sociales, económicos y de gobernanza. La desigualdad y el descontento público están aumentando. La gente está perdiendo la esperanza y depositando su fe en el populismo, al tiempo que la desconfianza en los partidos políticos y las instituciones tradicionales sigue subiendo. Los gobiernos, incluso cuando son capaces y éticos, no pueden satisfacer las crecientes demandas de sus ciudadanos. Cada vez más, los gobiernos de la región se están volviendo autoritarios tanto en la derecha como en la izquierda. La región se ha enfrentado a una larga y creciente crisis humanitaria que ha provocado la migración de millones de personas a países más desarrollados o dentro de la región.

La tecnología, al mismo tiempo que nos conecta de maneras sin precedentes, también incentiva constantemente nuevos deseos materiales, que alimentan expectativas de estilos de vida poco realistas. Aferrarse a ese miaginario del status quo puede minar la confianza de las personas de que es posible un futuro mejor. Por ello no lo defendemos. Creemos que la desigualdad económica y social es un problema que debe ser enfrentado.

Los latinoamericanos, además, han experimentado un progreso tremendo desde la década de los ochenta. Durante los últimos treinta años, la mayoría de los países latinoamericanos se convirtieron en democracias. En su mayor parte, adoptaron la libertad de prensa y de opinión, se han vuelto más transparentes y mejor administrados. Muchos mejoraron sus políticas económicas y controlaron la inflación, al tiempo que implementaron con éxito importantes y amplios programas sociales. Como resultado, muchos más latinoamericanos accedieron a la educación, a los servicios de salud y tienen mejores condiciones laborales. Se hizo una gran inversión en infraestructura, que cambió la faz de la región. La comunicación, usando tecnología inalámbrica, se volvió accesible en casi todas partes. Esto cambió profundamente la forma en que las personas se comunican y consumen información. Además, el fortalecimiento del Estado de Derecho y la expansión de los servicios financieros alimentaron un espíritu empresarial en América Latina.

Desafortunadamente, la mayoría de los latinoamericanos que tienen la capacidad de mejorar sus propias circunstancias, no tienen acceso a las oportunidades y al apoyo para implementar sus ideas y construir nuevos negocios, organizaciones sociales o movimientos. Los adultos jóvenes y las mujeres se ven afectados de manera desproporcionada. Además, la mayoría de las personas no se imaginan a sí mismas desempeñando un papel importante en la construcción de sociedades más democráticas, sostenibles y equitativas. Sin embargo, las personas deben contribuir a resolver los problemas en sus comunidades y es necesario que surja un nuevo liderazgo. América Latina necesita una nueva generación de líderes –hombre y mujeres– emprendedora y transformadoraque puedan trazar un camino social y económico para el cambio.